Durante tanto tiempo he
buscado aquel punto culmine donde uno puede decir: puedo. He intentado
en mis pocos años de agilidad mental encontrar eso que me motive a
escribir o hacer algo para dejar la tan anhelada huella de la
inmortalidad en este mundo tan despreocupado. Hoy, soy testigo de la
realidad, tal vez sea esta mi alétheia, tal vez la única alétheia
posible sea la existencia de mi propia existencia como tal.
Sumergiéndome en un lenguaje mental con poca capacidad de integrarse al,
tan hoy despreciado por mí, mundo colectivo.
Durante
los últimos años he buscado esa temática que me lleve a hacer algo de
“utilidad” de lo que poder sentirme orgullosa o hacer sentir esa añorada
sensación de superioridad o “especialidad” que tanto me ha embargado a
lo largo de mi vida. He caído en la profundidad de mis sentimientos,
entregándome a la desdicha de darles el control total de mis acciones y
el único y miserable valor de mi existencia. He buscado hacer filosofía a
mi manera, hoy me avergüenzo de nunca haber entendido realmente lo que es filosofía
y haberme entregado a ella sin mucho cuidado. Ahora recuerdo como hace
poco tiempo quedó rondando en mi cabeza las palabras de quién hoy
inesperadamente parece ser quién me llevo a no abandonar algo que, sin
saber, tanto amaba. "No tomes enserio la filosofía porque no te van a
querer." Hoy me pregunto si que me quieran es lo que realmente quiero,
creo estar de acuerdo, al menos por ahora, en que hay mas belleza en
amar que en ser amado. El amar se vive dentro, se tiene, al menos,
conciencia de que es real, una vez descubierto y comprobado, no hay
lugar para la no existencia. Pero tomar enserio la filosofía es más que
simplemente amarla, más que simplemente leer y poder citar en cualquier
momento alguna frase acorde a la ocasión, o que traiga a la memoria
algunas reflexiones o momentos de inspiración que por instantes te
llevan a creer que posees la verdad. La filosofía para mí, se ha
transformado en algo mucho más que una “cosa” que añoro hacer en mi
tránsito, tal vez me falten aún años de experiencia y de reflexiones
como la de hoy para saber realmente qué es lo que significa la filosofía
para mí. Es una dama muy cautelosa, sin darme cuenta, a tiempo, me
envolvió en su soledad y en un montón de preguntas que tantas noches he
deseado nunca haberlas formulado. Me hace muchas veces no desearla
dentro de mi camino, pero cuándo abro los ojos y un pequeño rastro de
humanidad y realidad logran sobrepasar la barrera de mis sentidos,
reflexiono. Reflexiono y me digo entre pensamientos desesperados que,
aún con mis egocéntricos deseos de no-normalidad, añoro desde lo más
profundo de mi ser que no me abandone.
Cuando
pienso en encontrar algún motivo para mi existencia vuelvo a asomar,
esta vez intencionalmente, la vista hacia ese mundo que se niega a darme
una verdad. Miro y pienso en el tiempo, en la desgracia y fortuna de
ser insignificantes ante el transcurso del tiempo. Hace unos días
comencé a plantearme si realmente somos dueños del tiempo, o si más
miserable aun, ¿realmente poseemos algo? He pasado más tiempo del que
quisiera enredada entre el mundo colectivo y la inutilidad del cuerpo
humano ante los deseos del verdadero yo. He permanecido entre
pensamientos redundantes, de esos que giran y giran en una espiral
eterna pero que a cada instante suma más y más componentes (¿se detendrá
algún día?). La “realidad”, o más bien, los sucesos (a falta de otra
palabra) me han atraído a un lugar donde he encontrado una infinidad de
nuevas preguntas, otras que creí haber respondido o dejado en el pasado
para poder “avanzar” en este transitar que las personas llaman vida.
Ahora pienso en las palabras de un grande que por ahí dijo que la
humanidad corría hacia la deriva, ciertamente es algo que nunca
terminaré de entender. ¿Qué sentido tiene avanzar? Si es que llegara a
ser el compartir, el dejar huella, dejar un legado o algo “útil” a las
futuras generaciones de la humanidad. ¿Qué me garantiza que después de
mi muerte esta paradójica “vida” continuará? He presenciado últimamente
el delicado hilo del que tiran la vida y la muerte, aunque a veces
pienso que en realidad es la muerte quién tira sin una contrafuerza con
quien competir. "El hombre que pide a los dioses la muerte es un loco:
no hay en la muerte nada tan bueno como la miseria de la vida." Pues si
la nada es la muerte y algo es la vida ¿qué sentido tiene huir o correr
hacia la nada?
He
presenciado el dolor ajeno que me ha traído a la memoria un centenar de
recuerdos y preguntas tortuosas (¡Oh gran cerebro humano!). Más que
cuestionar la existencia real o no real del dolor no personal hoy me
refugio en la, hasta ahora, infortuna búsqueda de sentido. Me cuestiono
mis propias acciones y hago flash back de lo que parece ser una comedia
de mal gusto. Respiro profundamente y decido continuar ante la
inoperancia del cuerpo ante los deseos de cambiar la realidad. Lo que ya
se hizo no tiene vuelta atrás, debe ser eso lo que más admiro del
tiempo, la capacidad de volvernos inútiles ante lo que la mente y el
cuerpo consensuaron en llevar a la realidad y que en el futuro se
torturan con culpas y deseos inacabados de volver al pasado, como si
haciendo las cosas “bien” fueran a cambiar el hecho de que seguimos
corriendo hacia el mismo destino. Entre lecturas me he entregado a
distintas reflexiones, algunas más productivas que otras, pero
irónicamente, creo que esas son las que menos me interesan. He vuelto a
reafirmar, tal vez equivocadamente, que todo no se reduce a bien y mal,
que la belleza es bella precisamente por ser efímera. He reavivado mis
pensamientos de que no hago mal en disfrutar de mi tristeza, en que
irónicamente creo haberme burlado de la muerte estos últimos meses,
burlado en el sentido de no haberla “sufrido” como todo el mundo la
hace, tal vez sea costumbre, patéticamente pensar en la muerte, soñar
con la muerte, y trágicamente presenciar la muerte, el luto, el dolor
propio y ajeno me han entregado mis mejores momentos de reflexión, y si
es por eso, debería estarle agradecida a la muerte. Estos últimos meses
me he preguntado, egocéntricamente, si es que tienes algo en mi contra.
Me atacas no solo en sueños, me tuviste por meses soñando contigo sin
darme descanso ni siquiera una noche. Y después de semanas de
tranquilidad me viniste a visitar en el mundo de lo “real”. Lograste
sacarme las lágrimas que tanto había atesorado, me hiciste volver a
verte en el rostro de quienes formaran parte de mis ahora recuerdos.
Tantas noches te he maldecido, como te maldije cuando me quitaste a
quien más “amaba” a quién me dio la vida y la oportunidad de hoy estar
pensándote. Años después me avergoncé de sentir un poco de
agradecimiento hacia ti por habérmela quitado y darme a cambio tantas
noches y atardeceres de las preguntas y los vagos pensamientos que jamás
habría tenido de no ser por aquel suceso. Tal vez me estaba alejando
demasiado de las preguntas y las cosas que realmente importan para mi
existencia, que con tú único medio de comunicación con este mundo tan
temeroso de ti sólo encuentras una interlocución que sólo trae dolor.
Últimamente
me he reencontrado con mucho del mundo colectivo que me había alejado,
he vuelto a aterrizar para buscar nuevas preguntas, tal vez seguir en
búsqueda de mi alétheia, de mi sentido y mi motivo, pero las cosas no
son fáciles. Las cosas pasan e irónicamente todos y todo lo que sucede
me dice que debo aprender a disfrutar el presente, el problema es que mi
presente no está en el mundo, mi presente está en mis pensamientos, en
esa dimensión donde el tiempo aún no ha logrado establecer su total
dominio. El problema es que disfruto de lo que otros no, porque
irremediablemente aprendí a encontrar belleza en la tristeza y en la
soledad y eso por ahora es incomprensible para mi mundo, no quiero
desgastarme en tratar de dejar una huella que marque mi inmortalidad en
los recuerdos, el tiempo… no lo tengo, mi existencia es mi verdad, mis
pensamientos y mis palabras son el producto de la combinación de esa
realidad que aún no se de dónde salió, pero que estas semanas me ha
llevado a presenciar los mejores tristes atardeceres, los más tortuosos
despertares y noches de completo desvelo, pero está “bien”… esta es mi
existencia, y entre tanto límite y libertad es lo que vivo hoy, aquí y
ahora.
A.C.Q.
Original: 7/2011